jueves, 1 de agosto de 2013

COCKSCOMB BASIN WILDLIFE RESERVE




Es en 1983 cuando llega a Belize el joven ecólogo neoyorkino Alan Rabinowich. 
Su misión, estimar la abundancia y la densidad de la población de jaguares (Panthera onca) en el país, además de identificar posibles áreas a proteger en base a su importancia y su potencial para la supervivencia de esta especie.

Avioneta en la que se estrelló Rabinovich mientras monitoreaba
la población de jaguares. Afortunadamente nadie sufrió daños.
El lugar escogido para ubicar su campamento y realizar la primera investigación en profundidad sobre la ecología de este gran felino en libertad fue Cockscomb Basin, donde vivió durante dos años dedicándose al estudio de los jaguares que habitaban en la zona.
Su trabajo y los esfuerzos realizados para intentar proteger esta área, desembocaron en la declaración en 1986 del Cockscomb Basin Wildlife Refuge, la primera reserva creada específicamente para la conservación del jaguar en el mundo.


Hoy en día; el Cockscomb Basin Wildlife Refuge ha multiplicado casi por 50 su superfice protegida, consolidando su importancia y formando parte de una red de reservas contínuas mucho mayor; Alan Rabinovitz se ha convertido en una autoridad mundial en la conservación y el estudio de los grandes felinos; los jaguares gozan de un alto nivel de protección, tanto en Belize como a nivel mundial; y nosotros estamos visitando esta reserva con la intención de avistar a uno de estos grandes gatos.



Salimos hacia este espacio protegido el 24 de mayo aprovechando un raid que nos ofrecen Roni y su esposa Stephanie, que se dirigen hacia Placencia y Punta Gorda a pasar el fin de semana.

El camino por la Humminbird Highway es bastante espectacular. Durante las cerca de tres horas que pasamos recorriendo esta carretera después de Belmopán, estuvimos permanentemente rodeados de montañas de diversos tamaños densamente forestadas, y no pudimos evitar pensar lo increíble que sería poder explorarlas con tiempo, pero por ahora vamos a conformarnos con lo que tenemos.

Durante el camino vimos unas cuantas aves, entre las que destacaríamos nuestros primeros mosqueros piratas (Legatus leucophaius); una pareja de gavilanes picogancho (Chondrohierax uncinatus) a los que seguimos durante un buen rato en sus evoluciones, por si nos enseñan su nido; un elanio de cola blanca (Elanus leucurus); o una pareja de halcones aplomados (Falco femoralis).

Llegamos a Cockscomb a primera hora de la tarde, y tenemos la suerte de que nuestra primera nutria (Lontra longicaudis) cruce la pista delante de nuestro vehículo. ¡Una gran bienvenida, sólo esperamos que el resto de nuestra estancia sea parecida!

Después de registrarnos y pagar las cuotas de entrada y acampada, y todavía emocionados por nuestra reciente observación, nos encaminamos todos juntos hacia el mirador Ben´s Bluff por un empinado sendero que nos conduce por los diferentes pisos vegetales existentes en el espacio protegido.
Desde el mirador obtenemos una vista panóramica de parte de la reserva, aunque la nubosidad existente impide que la disfrutemos en todo su esplendor, ya que desde aquí puede observarse los días despejados el Victoria Peak, la montaña más alta de Belize. 

Una vez de vuelta, montamos nuestro campamento bajo una palapa de techo de palma, nos duchamos y preparamos la cena, antes de acostarnos bastante cansados después de ver un zorro gris (Urocyon cinereoargenteus) rondando la zona de acampada, donde esta noche sólo estamos nosotros. Todavía despierto a Carmen después de localizar un búho de anteojos (Pulsatrix perspicillata) posado en su atalaya de caza cerca de nuestra tienda de campaña, al que disfrutamos observando durante un buen rato.
Por la mañana nos despediremos de Roni y Stephanie, que siguen su viaje hacia el sur.




El resto de los días discurrieron entre pateadas, en las que recorrimos todos los senderos existentes en este refugio de fauna, algunos de ellos hasta en dos y tres ocasiones, caminando por las mañanas, las tardes y las noches, y haciendo alguna que otra espera a la nutria en el río, donde encontramos gran número de excrementos.





Empieza la época de lluvias, y las tormentas y los aguaceros nos acompañan a diario durante las caminatas, de forma que el último día llegamos a tener mojada toda la ropa de recambio de que disponíamos, con lo que difícilmente podríamos haber alargado más nuestra estancia si quisiéramos, aunque precisamente gracias a esa lluvia constante no nos apetecía demasiado quedarnos más tiempo.

Jacamar colirrufo (Galbula ruficauda)


Al final de estos cuatro días logramos ver, además de los animales que ya nombramos, un par de venados rojos (Mazama americana); varios agutís (Dasyprocta punctata); algún otro zorro gris, uno de los cuales llevaba un basilisco (Basiliscus vittatus) en la boca; una paca (Aguti paca) al escape de noche, bastante mal vista; una zarigüella (Didelphis virginiana); muchas ardillas (Sciurus aureogaster y Sciurus deepei); una bonita serpiente caracolera (Sibon nebulatus); algunas tortugas (Trachemys sp.), ranas y sapos y muchas especies de aves, varias de ellas nuevas especies para nuestra lista; además de un mamífero de gran tamaño que no conseguimos identificar mientras se escabullía entre la vegetación.


A pesar de todas las anotaciones sobre observaciones de distintos felinos en el libro de visitas (entre ellos algunos jaguares), nosotros tuvimos que dejar Cockscomb sin ver cumplidas nuestras mayores aspiraciones.


La anécdota más destacable relacionada con la fauna del lugar, la protagonizamos una pequeña rata arborícola (Nyctomys sumichrasti) y yo.

Resulta que estando yo sentado en la mesa de nuestra palapa, escuché una algarabía formada por los gritos de alerta de las urracas pardas (Cyanocorax morio). Como siempre que las escuchamos, enfoco toda mi atención en su comportamiento, ya que muchas veces pueden avisar de la presencia de ofidios o carnívoros en las cercanías.

Esta vez acosaban a un roedor, que intentando defenderse trepaba ágilmente por el tronco de un árbol con dos crías de mediano tamaño aferradas a su espalda. Ya en una rama, comienzan a atacarla, y segundos más tarde aterriza en el suelo sin su valiosa carga, que probablemente haya terminado en el estomago de los córvidos.

Me acerco y la localizo en estado de shock oculta por la hojarasca, así que me animo a atraparla para identificarla valiéndome de la funda de mis prismáticos. Saco unas fotos y decido meterla en la funda para que Carmen y Sahara puedan verla cuando vuelvan de la cocina. Pero la rata reacciona, y cuando intento agarrarla con los dedos por el pellejo del cuello, se gira y me muerde repetidas veces en el dedo, hasta que comprendo que lo mejor será dejar que se vaya y suelte mi dedo gordo.

Cuando llega mi familia, la rata está refugiada bajo la tienda de campaña, y yo desinfecto mi herida mientras no dejo de arrepentirme de mi mala actuación y la paranoia crece pensando en la hidrofobia, también llamada comúnmente rabia.

Al menos, Carmen y Sahara también ven al roedor, y yo paso varias horas investigando acerca de la rabia en Internet a nuestra vuelta a la civilización un par de días más tarde, convenciéndome de que los roedores no son vectores comunes de esta enfermedad, mortal en el 100% de los casos si no se actúa urgentemente mediante una serie de dolorosas vacunas subcutaneas en la zona abdominal.
Creo que la próxima vez me lo pensaré mejor antes de agarrar algún mamífero sin un objetivo justificado, jejeje…

El segundo día de estancia, llegó un grupo bastante grande de estudiantes de biología canadienses, con una muy importante cantidad de comida y un par de cocineras para prepararla.
El caso es que tuvimos la suerte de que estas cocineras nos invitasen casi todos los días a compartir su comida, que siempre les sobraba en abundancia, con lo que nos ahorramos el tener que cocinar y gastar nuestros propios víveres, mucho menos abundantes, aunque suficientes para la estancia planeada.

El día 28 salimos a media mañana, después de esperar a que remita un poco la intensa lluvia que estuvo cayendo desde la tarde anterior, y tenemos la suerte de conseguir que nos recoja un coche oficial de la reserva al poco de empezar a caminar, que nos lleva hasta el cruce de entrada a la localidad costera de Hopkins, donde pensamos pasar lo que queda de día y parte del siguiente, antes de volver a Bullet Tree una vez más. Rápidamente conseguimos otro raid que nos deja en la entrada del pueblo, desde donde buscamos un lugar en el que quedarnos.

Hopkins desde un embarcadero


Este pueblo caribeño esta habitado por miembros de la comunidad garifuna, africanos supervivientes de varios naufragios de barcos esclavistas durante el siglo XVII que se mezclaron con los pobladores caribes locales.
De esta mezcla afrocaribeña ha surgido un idioma, una cultura y una forma de vida muy ligada al mar en cuyas orillas establecieron sus hogares y del cual obtienen una parte importante de sus alimentos.




Nos alojamos en una cabaña barata casi a pie de playa y dedicamos parte del día a recoger mangos y cocos para nuestro consumo, y luego pasamos una agradable velada con Lua, un amiguito de Sahara, su papá Marcus y su amiga Itzal.
Al día siguiente volvemos a nuestra cabaña en Bullet Tree, después de disfrutar de unos baños en el mar que ya nos apetecían bastante y de un largo viaje en el que utilizamos cuatro vehículos diferentes.


Al llegar hay varias novedades. Lobo y Emi se acaban de ir hacia Guatemala y Brenda nos informa de que se murió la madre de Mike y mañana la entierran, así que toda la familia está de velorio. Desde luego es algo que no nos esperábamos.

La nota positiva la pone el kinkajú, que acude a darnos la bienvenida con una observación muy cercana durante bastante rato al atardecer, y la verdad es que disfrutamos mucho viéndolo una vez más. ¡Un lujo tener la fauna al alcance de la mano en nuestra propia casa!

Más fotos:
Campamento:


Cabalgando un jaguar
Caminando:












Evitando que Carmen se moje los pies. La foto la sacó Sahara.











Recogiendo la tienda

Avioneta estrellada
Un poco de fauna:
Saltarín cuelliblanco (Manacus candei)


Jacamar colirrufo:


Trogón cabecinegro (Trogon melanocephalus):



Loro de cachete amarillo (Amazona autumnalis):


Tapacaminos común (Nyctidromus albicollis):


Serpiente caracolera:








A este tuvimos que desalojarlo y llevárnoslo lejos de la tienda de campaña
Hopkins:







Unos vídeos del pateo bajo la lluvia:




Agutí:
                                      


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