Algunos de nuestros vecinos salvajes: mono aullador negro (Alouatta pigra), tlacuache (Didelphis virginiana) e iguana verde (Iguana iguana)
Después de los interesantes días
pasados en el Parque Nacional de Chiquibul, volvemos al calor del hogar de
nuestra cabaña en Bullet Tree Falls, aunque sólo pasaremos una semana aquí
antes de salir en una nueva excursión hacia Cockscomb Basin Wildlife Sanctuary.
Es una semana tranquila, que
transcurre entre interminables baños en el río, donde nos tiramos con la
cuerda, descendemos en neumático y Sahara se va convirtiendo poco a poco en un estupendo
nadador.
Disfrutamos del relax que nos ofrece el entorno de la cabaña y usamos
todas las hamacas y tumbonas disponibles (je,je,je).
Sahara con sus prismáticos artesanales
En definitiva, vivimos como
marqueses, como dirían algunos de nuestros colegas, por un precio casi ridículo
(pagamos unos 80 euros al mes por el alquiler de la cabaña, el uso de todas las
instalaciones, el agua potable, la luz y el gas).
Además, seguimos teniendo muy
buenas observaciones de los distintos animales que pueblan el lugar, y el día
23 de mayo se destacó porque vimos casi toda la fauna en unas pocas horas.
Agutís (Dasyprocta punctata), un macho solitario de mono aullador, un kinkajú (Potos flavus), una zariguella o
tlacuache y un tamandúa (Tamandua mexicana), además de las iguanas y las aves habituales, nos proporcionaron
una jornada llena de sorpresas. Incluso pudimos observar como el kinkajú y el
tlacuache se encontraban sobre la rama de un árbol y se olisqueaban antes de
seguir sus respectivos caminos. ¡Y todo esto a escasos metros de nuestra
cabaña!
A pesar de todo, nos da un poco de
pena que Pato, Rosaura y Camilo se hayan ido, sobre todo porque los pequeños se
lo pasaban muy bien juntos, pero cada uno tiene que seguir su camino….
Con Mike y su hermano Alex en la casa de este último
El punto negativo de nuestro
regreso ha sido la noticia que nos dan Emi y Lobo de que Mike ha metido a una
pareja a dormir una noche en nuestra cabaña, así que debemos hablar con él para
aclarar las cosas, y a pesar de sus disculpas y de su compromiso de que no
volverá a pasar, colocamos un candado en la puerta para asegurar nuestra intimidad
en futuras ocasiones.
Con Alex en el tramo de río frente a su casa, cuando fuimos a ver el aullador
Viendo el mono aullador
Sahara cruzando el río
También Carmen quiere usar los nuevos prismáticos del enano
Desde su origen como especie, el
ser humano ha experimentado fascinación por toda clase de belleza, de tal forma
que hasta la persona más insensible gusta de rodearse de objetos hermosos. Esto
ha propiciado que muchas de las especies y de los espacios con los que
compartimos nuestro planeta, se vean amenazados por nuestra existencia, por
nuestra codicia y, en algunos casos, incluso por nuestro buen gusto.
La blancura del marfil, la
delicadeza del coral, el salvaje atractivo de una piel de jaguar, el encanto de
un cachorro de primate, el colorido de los peces tropicales, la magnificencia de
una mesa de caoba o el esplendor de las plumas de un quetzal son algunos de los
atributos que han condenado a sus portadores a una persecución sin tregua, que
en muchos casos ha diezmado sus poblaciones hasta comprometerlas
peligrosamente.
Esto es lo que le
sucede a los últimos guacamayos escarlatas (Ara
macao) de Guatemala y Belize, donde acompañamos a un equipo de vigilancia
al Parque Nacional Chiquibul.
Allí, la presencia continua de personal del
proyecto y las patrullas realizadas en algunas de las zonas con alta densidad
de nidos durante los últimos dos años, han conseguido que el porcentaje de
pollos que logran volar sin ser capturados por los traficantes aumente
considerablemente.
Los xateros (nombre derivado de xate, palma utilizada para
la elaboración de tinte, también explotada de forma ilegal), provienen de
Guatemala, y reciben una suma de cierta importancia para su economía doméstica
por cada polluelo que introducen en el mercado ilegal de especies amenazadas.
Se estima que
solamente una o dos de cada diez aves robadas de sus nidos supera las duras
condiciones de transporte, alimentación y estrés sufridas durante su viaje
desde las exuberantes selvas de las que proceden hasta el hogar de algún
adinerado y caprichoso burgués de los llamados países desarrollados, donde
sufrirá durante toda su larga vida trastornos comportamentales derivados de su
encierro y, probablemente, de su tristeza.
Algunas veces, el deseo de poseer
la belleza solamente genera fealdad, destrucción, esclavitud y muerte. Porque
la belleza, fuera del lugar que le corresponde, pierde todo su sentido…
Asomándose en la entrada del nido
El propósito de estas patrullas de
vigilancia en una zona del Parque Nacional Chiquibul en la que existen varias
parejas de guacamayos es principalmente el de provocar un efecto disuasorio en
los ladrones de polluelos ante la presencia de gente en la zona, así que
pasamos cuatro noches acampando cerca de algunos de los nidos de guacamayo que
podrían ser expoliados.
Para llegar a nuestro puesto de
vigilancia el lunes día 13 de mayo, y después de que Roni nos venga a buscar a
casa, debemos recoger a los integrantes del equipo de vigilancia (Rodi, Quirós,
Rufino y Wicho) y luego cruzar gran parte del Mountain Pine Ridge Forest
Reserve en coche.
Una vez llegados a la presa de Chalillo, que embalsa el río
Macal antes de su paso por San Ignacio, nos montamos en una balsa inflable con
la que ascendemos parte de este río y más tarde del Río Raspaculo hasta la zona
en la que se reproducen los últimos guacamayos de Belize. El recorrido es muy
interesante, a pesar de los numerosos cadáveres secos de los árboles que
formaban parte de esta selva antes de que el nivel de las aguas subiera debido
a la construcción de la presa y los
ahogara.
A mitad de camino vemos un tapir (Tapirus bairdii) bañándose en la orilla.
Tranquilamente sale del agua y se encamina despacio
hacia la espesura del bosque cercano, alejándose de los intrusos.
Un excelente
comienzo para nuestra aventura, y nuestros compañeros nos informan de que es
habitual observar a este inofensivo gigante en la zona.
Algo más de una hora después de la
salida en barca, llegamos a uno de los nidos de guacamayo que monitorea el
equipo, donde montaremos nuestra tienda de campaña, y descargamos nuestras
cosas junto con la piragua que nos prestan para movernos por el río de forma
independiente. El resto del equipo continuará para instalar su campamento unos
cuantos cientos de metros río arriba, cerca de otro de los nidos controlados.
Nos instalamos, recogemos algo de
leña para cocinar, disfrutamos un rato con las actividades de nuestros vecinos
emplumados, y decidimos salir a dar una vuelta en canoa por los alrededores de
nuestro nuevo hogar temporal, con la mala fortuna de que durante el regreso nos
despistamos viendo pájaros y nos pasamos de largo el estrecho sendero de
entrada a nuestro refugio, ya casi sin luz para distinguir nada.
Afortunadamente, uno de los equipos de vigilancia del FCD (Friends for
Conservation and Development), que también participan en el proyecto, pasa por
nuestro lado con su lancha y nos remolcan de nuevo hasta el campamento.
Durante
el recorrido vemos varias rapaces, como la rara águila blanquinegra (Spizaetus melanoleucos), el discreto gavilán
ganchudo (Chondrohierax uncinatus) o
un nido de gavilán gris (Buteo plagyatus)
con dos pollos volanderos. Terminamos el día con una estupenda cena a la luz de
la hoguera, bajo un cielo espectacularmente estrellado y rodeados por los
sugerentes sonidos nocturnos de la selva.
Remando por el río Raspaculo
Martes.- Durante nuestro segundo
día en Chiquibul, recorremos parte del río Raspaculo en dirección a su
nacimiento, hasta el punto en que no se puede continuar con la embarcación, a
partir del cual caminamos durante un corto trecho para controlar alguno de los
nidos ubicados en esta zona.
Vemos dos o tres docenas de guacamayos
alimentándose en los árboles de la orilla, además de a los propietarios de los
nidos controlados; observamos varios gavilanes blancos (Leucopternis albicollis), cóndores reales (Sarcoramphus papa), milanos plomizos (Ictinia plumbea), gavilanes grises y de nuevo un gavilán
picogancho; y localizamos rastros de un felino de mediano tamaño y de nutria (Lontra longicaudis), a la que consiguen
ver fugazmente un par de miembros del equipo cuando regresamos hacia las
embarcaciones.
Volvemos remando a nuestro campamento, donde nos recogen después
de la comida para visitar un nido en el que se murió el pollo recientemente de
forma natural y en el que se espera que sus progenitores realicen pronto una
puesta de reposición, aunque al llegar vemos a los dos miembros de la pareja fuera del agujero, lo que nos indica que de momento eso no ha sucedido.
Regresamos al campamento después de
visitar la zona del manantial, donde nos trasladaremos mañana. A nuestra
llegada nos espera la pareja de guacamayos que tenemos como vecinos, a los que
vemos retirarse a dormir, uno en el agujero del nido donde se encuentran sus dos pollos y otro en un árbol
cercano.
Miércoles.- Hoy nos toca explorar
una zona del río Macal, hasta el punto en que no se puede continuar con la
lancha por el agua, donde preparamos el almuerzo antes de volver río abajo
hasta nuestro nuevo campamento cerca del creek (manantial), adonde nos
trasladamos esta mañana.
El recorrido es amenizado por cormoranes (Phalacrocorax brasilianus), martines
pescadores (Megaceryle torquita,
Cloroceryle amazona y C. americana),
anhingas (Anhinga anhinga), gavilanes
blancos, un águila negra o tirana (Spizaetus
tirannus), un juvenil de águila negra mayor
Anhinga
(Buteogallus urubitinga), un halcón reidor (Herpetotheres cachinnans), milanos plomizos y tijeretas (Elanoides forficatus), cóndores reales,
gavilanes grises y zopilotes de cabeza roja (Cathartes aura) y negra (Coragyps
atratus), muchas garzas de diferentes especies, entre las que destacó un
ejemplar de la rara Agamia agami, y
varios cocodrilos de pantano (Crocodylus
moreletti), además de los rastros de un ocelote (Leopardus pardalis) y nutria.
Cocinando sobre las piedras del río
Poco a poco, Chiquibul se presenta
como un estupendo lugar en el que observar numerosas especies de la esquiva fauna
centroamericana.
Cocodrilo de pantano
Desayuno en el segundo campamento
Jueves.- Amanecemos acompañados por
un concierto de loros, oropéndolas y tucanes de distintas especies, antes de
acercarnos al manantial, donde podemos ver varios pájaros nuevos, entre ellas
algunas palomas perdiz rojizas (Geotrygon
montana), el momoto enano (Hylomanes
momotula) o el rascador piquinaranja (Arremon
aurantiirostris), además de algunos colibrís dándose su baño matutino y mostrándonos las técnicas que utilizan para beber.
Pillado después de la "ducha"
Gavilán gris
Hoy no disponemos de piragua, así
que pasamos todo el día pajareando por la zona, especialmente rica en especies
orníticas. En cuanto a rapaces, el día lo protagonizaron claramente las águilas
del género Spizaetus, ya que
observamos en varias ocasiones a una pareja de adornadas (S. ornatus), con displays territoriales, vocalizaciones y vuelos en
pareja; a distintos ejemplares de tirana, a la que también escuchamos
vocalizando; e incluso a un individuo de blanquinegra. Sólo esto ya supone un
lujo para los amantes de las aves de presa, pero además vimos muchos cóndores
reales, gavilanes blancos, águilas negras mayores, milanos plomizos y
tijeretas, gavilanes grises, aguilillas de cola corta (Buteo brachyurus), zopilotes de cabeza roja y negra y un halcón
murcielaguero (Falco rufigularis);
entre otras muchas especies de aves, además de los omnipresentes guacamayos
escarlata.
Momoto enano
Viernes.- Hoy es nuestro último día
en el Parque Nacional, así que disfrutamos al máximo de la observación de aves,
por la mañana en el manantial y más tarde en la orilla del río, desde donde, al
igual que ayer, vemos varios guacamayos accediendo al hueco de un árbol en la
orilla de enfrente y casi todas las especies de rapaces de ayer, además de
algún milano bidentado (Harpagus
bidentatus).
Cuando nos recogen, cruzamos a la
otra orilla para comprobar qué es lo que buscaban los guacamayos en el árbol de
ayer, y descubrimos que es un bebedero al que también acceden otras especies de
aves. También localizamos una pequeña cueva que tiene el suelo pavimentado por
los antiguos mayas, probablemente usada para algún tipo de ritual, y en la que
encontramos pequeños fragmentos de objetos de cerámica.
Pollo de nictibio común
Después del trayecto río abajo, nos
toca esperar unas tres horas a que nos llegue a buscar el coche que Roni
consiguió para sacarnos (el coche del proyecto sigue estropeado) y recorremos
el Mountain Pine Ridge de vuelta a San Ignacio.
Antes de llegar vemos una serpiente de buen tamaño cruzar la carretera delante de nuestro coche (probablemente una Masticophis mentovarius o similar), y luego hacemos una pequeña
parada para disfrutar de un pollo de nictibio común (Nyctibius jamaicensis) que Roni controla en un árbol seco.
Llegamos a nuestra cabaña de Bullet
Tree (de donde hoy se han ido Pato, Rosaura y Camilo en dirección a Yucatán) más tarde de
lo que esperábamos, cansados del largo viaje pero muy satisfechos con la
experiencia vivida entre guacamayos escarlatas en el Parque Nacional Chiquibul.
Garza tigre (Tigrisoma mexicana) en su nido
Colonia de oropéndolas de Moctezuma (Psarocolius montezuma)
Cocinando en el río Macal
Campamento cercano al manantial
Lithobates vaillanti
Incilius valliceps
Escorpión que rondaba la tienda de campaña
¡Les deseamos la mejor de las suertes!
Algunos vídeos:
Navegando de camino al interior del Parque Nacional Chiquibul:
Tapir:
Entrada a nuestro primer campamento:
Guacamayos en acción:
Remando en la piragua por el río Raspaculo:
Entorno de nuestro segundo campamento:
Camino de la tienda de campaña al manantial:
Caminando hacia un nido:
Cocina campestre en el río Macal:
Gavilán blanco:
Colibrís (Amazilia tzacatl y Florisuga mellivora) bañándose en el creek (manantial):