sábado, 1 de junio de 2013

MÉRIDA II. RECOGEMOS EL PASAPORTE DE SAHARA, HACEMOS UNA PARADA EN LA CUEVA DE LAS SERPIENTES COLGANTES DE KANTEMÓ Y NOS DESPEDIMOS DE MÉXICO




Mérida
Sahara con sus amigos en el parque
La idea era estar una sola noche en Mérida, recoger el pasaporte nuevo de Sahara e irnos. 
Tal vez dos, y así recuperarnos un poco del largo viaje realizado para llegar a la ciudad antes de meternos en el siguiente, pero no más. 
Esa era la idea, pero el martes por la noche, después de nuestra llegada, sufro fuertes dolores de estómago, acompañados de abundantes gases. 
Al día siguiente el dolor es más fuerte, y me recuerda al sufrido al final del viaje a la India y durante el mes siguiente a nuestro regreso, lo que no me pinta muy bien.
No como nada en toda la jornada, pues el cuerpo no me lo pide. Tampoco salgo de la habitación. Carmen me trae algunos remedios caseros del mercado, que me hacen visitar el baño al menos una docena de veces en pocas horas.
Decidimos posponer hasta el viernes la recogida del pasaporte, pues yo sigo encontrándome mal y paso otro día entero sin salir del cuarto.

Detalle de la fachada de la casa del adelantado  Francisco de Montejo

Mientras yo aprovecho mi convalecencia para escoger fotos, leer y escribir, Carmen y el pequeño pasan innumerables horas en el parque, recorren el mercado en busca de frutas y hacen algunos cambios de ropa en las tiendas cercanas a nuestro alojamiento.

Carruajes de la ciudad de Mérida 

El viernes estoy algo mejor, a pesar de lo cual Carmen se va sola al consulado, donde pasa casi toda la mañana haciendo que le redacten un justificante para las autoridades migratorias y que el cónsul haga algunas llamadas para que nos confirmen que no tendremos problemas cuando intentemos salir del país.


Ya salgo de casa e incluso voy a comer fuera, y al final, acabamos dando vueltas por la ciudad para buscar unas cuantas cosas que necesitamos. Aunque termino cansado, creo que ya estoy recuperado por completo. Durante la caminata volvemos a ver un halcón peregrino (Falco peregrinus) sobrevolando la catedral, igual que la primera vez que visitamos esta ciudad.

Vigilando a Sahara en el parque

El sábado salimos hacia Kantemó, donde se encuentra la Cueva de las Serpientes Colgantes, pero retrasamos la salida hasta mediodía para aprovechar la habitación y descansar un poco más. Llegaremos allí unas cuatro horas más tarde, después de viajar en dos autobuses y un taxi y de hacer una parada para comer.

La Cueva de las Serpientes Colgantes

Serpiente con un murciélago atrapado mientras otro pasa
volando por debajo de ella
Una serpiente ratonera manchada (Elaphe flavirufa pardalina) espera inmóvil, colgada boca abajo desde un agujero del techo de la gruta. En este lugar el paso en la roca se estrecha un poco, y los murciélagos lo cruzan rozándola, inconscientes del peligro. 
Pasan los minutos, hasta que de repente, ejecuta un rápido movimiento y se enrosca alrededor del cuerpo caliente que sostiene en la boca. 
Una vez más la técnica depurada durante generaciones ha surtido efecto, y los últimos movimientos del quiróptero no le servirán para liberarse del abrazo mortal. 


Poco a poco, el ofidio desencaja su mandíbula, y lentamente comienza a engullir su presa, que ha dejado de presentar resistencia. Una vez que termina de comer, se retira a descansar a las profundidades de la piedra, desapareciendo por pasadizos y recovecos que solo ella conoce, y de los que volverá a salir cuando la digestión haya terminado y el hambre vuelva a aparecer, dentro de un par de días. 


Por su parte, los murciélagos continúan pasando de uno en uno, ajenos a la tragedia representada minutos antes por uno de sus congéneres, e ignorantes de que en el siguiente estrechamiento la muerte puede estar acechando, bajo la forma de una bonita serpiente ratonera manchada.

Nuestro objetivo al visitar la cueva de Kantemó es el de observar con nuestros propios ojos el espectáculo descrito en las anteriores líneas, pero antes debemos conseguir que uno de los guías indígenas de la cooperativa que gestiona este espacio nos acompañe hasta allí, pues es obligatorio realizar la visita acompañados de uno de estos guías.
Una vez hechas las gestiones necesarias, salimos casi de noche en bicicleta con el equipo necesario para acceder a la cueva y acampar cerca.

Murciélagos colgados del techo de la cueva
El sendero, de unos dos o tres kilómetros, es fácil, pero las bicicletas de que dispone la cooperativa no pasan por su mejor momento, así que el trayecto con carga se hace un poco duro. Una vez llegados a la entrada de la gruta empezamos a ver distintos grupos de murciélagos descansando colgados del techo de la cavidad, prácticamente las mismas especies encontradas en el Volcán de Murciélagos (Pteronotus parnelli, P. davyi, P.personatus, Mormoops megalophylla, Natalus stramineus, Artibeus jamaicensis y Myotis keaysi). 

El suelo está completamente cubierto del guano de sus excrementos y de los restos de las frutas que algunas de estas especies consumen como alimento. Una zarigüella (Didelphis sp.) recorre el lugar, aprovechándose de estos restos y, probablemente, de los cadáveres de algunos quirópteros. 

Poco a poco, los quirópteros comienzan a salir de sus refugios diurnos y podemos observar como un gavilán chapulinero (Buteo magnirostris) ejercita la caza de estos mamíferos alados. 
La salida no es masiva, y mientras esperamos un poco más para que las serpientes se sitúen en sus apostaderos, nuestro guía nos enseña una parte de la cueva formada por fósiles de animales marinos, testigos de una época en la que esta región estaba cubierta por el océano.


Cuando la oscuridad es casi total, nos adentramos un poco en las entrañas de la cueva, por pasadizos que, la verdad, no encontraríamos ni exploraríamos sin un guía. 
Al poco aparece el primer reptil enroscado en una pequeña cavidad y algo más tarde vemos otro, que espera inmóvil la llegada de alguna presa, colgando desde el techo con el cuerpo estirado hacia abajo en toda su longitud. Continuamos buscando y vemos como una tercera serpiente termina de tragarse un murciélago antes de desaparecer por uno de los muchos agujeros del techo de esta cueva de piedra caliza. 

A punto de desaparecer


Pocos metros más adelante obtenemos el premio que andábamos buscando. Uno de los reptiles acaba de atrapar un quiróptero y comienza a tragarlo bajo nuestra atenta mirada. 
No lo tiene bien colocado y la postura de sus alas impide que pueda tragárselo con facilidad, así que pasamos unos 15 minutos observando sus evoluciones y los intentos de engullir al desafortunado mamífero, desencajando la mandíbula hasta límites insospechados. 
Finalmente, decide escupirlo e intenta una vez más la ingesta, esta vez con más suerte con la posición elegida, así que en cuestión de segundos, el murciélago desaparece en el interior del ofidio y nosotros nos dirigimos hacia la salida de la cueva.


Antes de abandonar la gruta, todavía nos queda por descubrir la fauna acuática cavernícola de la cueva, adaptada a las condiciones de oscuridad reinantes en la cavidad. 

Ninguno de los organismos que habitan aquí tiene pigmentos, así que son totalmente blancos y han perdido la capacidad de ver, pues no la necesitan. Dos pececillos, la dama blanca (Ogilbia pearsei) y la anguila ciega (Ophisternon infernale); y dos crustáceos, el camarón ciego (Creaseria morleyi) y la cochinilla acuática (Creaseriella anops) comparten hábitat en las charcas y ríos subterráneos existentes. 


Conseguimos verlos a todos menos a la anguila, mientras la zarigüella continua patrullando el suelo de la caverna. Después abandonamos el lugar, pues ya es bastante tarde y todavía debemos recorrer los tres kilómetros que nos separan de la laguna de Chichancanab, donde vamos a acampar para pasar la noche.

Laguna de Chichancanab

Una vez tenemos el campamento montado y el fuego listo para cocinar, descubrimos que nos hemos olvidado la comida en la oficina de la cooperativa, así que apañamos la cena de Sahara como bien podemos y al resto nos toca ayunar hasta mañana. Ante este pequeño inconveniente, nuestro guía, que pensaba pasar la noche con nosotros, decide irse a su casa, donde tiene cena y cama, y volver mañana temprano a buscarnos.

Al día siguiente recogemos después de desayunar al borde de la laguna, ya que afortunadamente no olvidamos las cosas para el desayuno, y recorremos en bici el camino de vuelta a las oficinas de Kantemó, desde donde dirigiremos nuestros pasos a la ciudad fronteriza de Chetumal.

La aventura fue toda una experiencia, sobre todo para el pequeño Sahara, que disfrutó de lo lindo, tanto en el interior de la cueva como en los traslados en la bicicleta de nuestro guía.
 
Desayunando al pie de la laguna

Chetumal

Esperando un transporte
Llegamos a Chetumal hambrientos, pues ya es un poco tarde y todavía no hemos comido debido a que estábamos metidos en el autobús. Después de comer nos vamos al centro comercial de la Plaza de las Américas, donde pretendemos enterarnos de si se puede arreglar nuestra cámara de fotos, ya que ha dejado de funcionar después de la visita al Volcán de Murciélagos de Conwás. 
Aprovechamos para llevar a Sahara al cine por primera vez en su vida, y vemos Los Croods, una divertida película de dibujos animados que relata la vida de una familia de cavernícolas con la que todos disfrutamos mucho.


El día siguiente, 14 de abril, a mediodía, nos dirigimos al puerto de la localidad para coger el barco que nos llevará hasta Caye Caulker, en Belize, y damos por finalizada nuestra aventura mexicana. Afortunadamente, no tenemos ningún problema con el pasaporte y el visado de Sahara y no tenemos que pagar ninguna multa por los catorce días que el pequeño ha permanecido en el país de forma ilegal, así que sellamos la salida en nuestros pasaportes y esperamos por la embarcación. 
Precisamente hoy sufrimos un inusual retraso en la hora de salida, debido a problemas técnicos con la lancha que realiza el recorrido, y salimos bastante tarde, con lo cual es bastante probable que lleguemos de noche a nuestro próximo destino en el país vecino.

Algunas fotos de Mérida:







De los fósiles de la cueva:
Caracol fósil

Pared llena de fósiles

Observando los fósiles
De las serpientes:












Carmen disfrutando del espectáculo
De otros seres de la cueva:
Camarones y cochinillas

Araña

De la laguna y el campamento:













Del pueblo de Kantemó:





Vídeo de la llegada a la cueva:

Del interior de la cavidad:

                                          

                                          

De la serpiente comiendo:



                                                               


De la vuelta en bici:



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