miércoles, 9 de enero de 2013


VERACRUZ, RÍO DE RAPACES V. TOCA DESPEDIRSE Y SEGUIR NUESTRO CAMINO



El equipo prácticamente al completo: de izquierda a derecha y de arriba abajo: Hugo, Citlali, Rigo, Adriana, Roberto Pichón, Andrea, integrante de educación ambiental, Gustavo, Pilar, Irvin, Perla, Elisa (presidenta de Pronatura Veracruz), Eduardo, integrante de educación ambiental, presidente honorífico, Lucero, Alfredo, Carmen, Sahara Ugatz, Marcos y Dayán. Sólo faltan Chumín y Arianna.


Día de nuestra llegada, en la terraza del Hotel Bienvenido,
en Ciudad Cardel
Después de un mes y medio participando en el proyecto Veracruz Río de Rapaces (VRR) y conviviendo con sus integrantes, la temporada toca a su fin.


Esta etapa del viaje resultó una experiencia muy positiva durante la cual hemos aprendido mucho acerca de la identificación y el trampeo de muchas de las rapaces de este continente, y adquirido mayor experiencia en el mundo de las aves de presa.


Carmen con algunos trabajadores del VRR:
Alfredo, Adriana, Lucero y Roberto


También en cuanto a las relaciones personales ha marcado una diferencia, pues no hemos estado durante tanto tiempo con ninguna otra persona a lo largo de nuestro recorrido. De hecho, consideramos que durante la convivencia en Chichicaxtle hemos hecho unos cuantos amigos con los que seguiremos en contacto siempre que podamos.





Sahara escalando en el observatorio de Chichicaxtle
Para Sahara ha significado además un poco de estabilidad durante un tiempo, y pudo cultivar relaciones con casi todos los miembros del VRR, además de con otras personas del pueblo. En cuanto a los niños, y aunque ha jugado con muchos, no hubo tanta suerte y no conocimos a ninguno de su edad en las cercanías de nuestra casa, por lo que ha faltado un amigo permanente con el que jugar a diario. A pesar de esto, durante los últimos días en Chichi y a causa del traslado desde la casa verde a la rosa (la otra casa alquilada por Pronatura, donde vivía parte del equipo), que se encuentra más integrada en el pueblo, conoció a varios niños de su edad, con los que pasó muchas horas de nuestra última semana en el pueblo y disfrutó un montón.


Cenando y tomando algo en el patio de la casa verde
Por nuestra parte, resultó muy difícil el arrancar otra vez, colgarse las mochilas y volver al nomadismo, y también despedirse de alguna de la gente del VRR sabiendo que tardaremos mucho en volver a vernos (o quizá no nos volvamos a ver). Pero así es el viaje, y tras unos breves momentos de bajón, volvemos al camino, a descubrir muchas más cosas y conocer muchos más lugares y mucha más gente.


Sólo esperamos que todo siga bien, y para nuestros compañeros del último mes y medio, les deseamos lo mejor en sus proyectos personales a partir de ahora.


¡Suerte y hasta la próxima, les echaremos de menos! 


Un momento del conteo en el observatorio de Chichicaxtle












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