martes, 2 de octubre de 2012


RESERVA DE RÍO ESCALANTE Y CHACOCENTE. UN ESPECTÁCULO HECHO DE TORTUGAS MARINAS.

 
De arriba abajo y de izquierda a derecha: rastro de tortuga olivácea, individuo poniendo, neonatos saliendo del nido, esfuerzo de madre, pequeña camino del mar, playa cubierta de rastros y Sahara con tortuguitas en espera de ser liberadas.  

La tortuga olivácea, golfina o lora paslama (Lepidochelys olivacea) es uno de los quelonios marinos de menor tamaño, con un peso de unos 50 kilogramos y una longitud de 70 centímetros aproximadamente. Habita las aguas de los Océanos Pacífico, Atlántico e Índico en su parte más cercana al ecuador; donde se alimenta de crustáceos, moluscos y peces, aunque también consume algas, caracoles y pequeños invertebrados; y realiza migraciones de gran envergadura entre las áreas de puesta y los lugares de alimentación, situados en aguas pelágicas de hasta 3.000 metros de profundidad.

Excavando el agujero de puesta
La olivácea está considerada como la tortuga marina más abundante del mundo, estimándose una población de unas 800.000 hembras reproductoras en su rango de distribución, aunque se cree que también es la más explotada, y sus poblaciones se han reducido a la mitad desde la década de 1960, habiendo sido estimados unos 10 millones de individuos reproduciéndose en las playas del pacífico mexicano antes de los 50. La principal causa de esta alarmante disminución de sus efectivos se debe, principalmente, a la recolecta de huevos y la matanza de adultos para consumo humano en las playas de puesta, aunque también es importante la captura accidental en artes de pesca.

Esta tortuga efectúa la puesta de sus huevos en algunas playas centroaméricanas del pacífico, dando lugar a uno de los espectáculos naturales más impresionantes de esta región y a uno de los comportamientos de anidación más llamativos que existen, no conocidos en otros géneros de tortugas, ya sean marinas, dulceacuícolas o terrestres.
Dando sus primeros pasos
Entre los meses de julio y diciembre –aunque mayormente en septiembre y octubre- se producen las denominadas arribadas, en las que miles de individuos de esta especie se dan cita en determinadas playas de puesta, donde pueden emerger hasta 50.000 tortugas en una sola noche. Durante estas arribadas las tortugas se empujan, suben unas por encima de otras y cubren cada centímetro disponible de arena. Los huevos depositados por algunas de las primeras que llegan son desenterrados por las siguientes, y todo ello es observado por los depredadores oportunistas, que esperan su turno para hacerse con los huevos o, cuando la temporada está más avanzada, con las pequeñas tortuguitas que salen de la arena. Sencillamente increíble.
Con el objetivo de intentar coincidir con una de estas arribadas o, al menos, de ver alguna tortuga poniendo sus huevos, nos dirigimos a la Reserva Natural de Río Escalante y Chacocente, donde existe una playa de puesta de esta especie (playa de Chacocente), que junto con las de La Flor también en Nicaragua, Nancite en Costa Rica y La Escobilla en México, es una de las mejores para observar las arribadas en todo el continente americano.

Impresionante camino hacia la Reserva de Río Escalante y Chacocente, desde el pueblo de Astillero

Llegamos al pueblo de El Astillero el miércoles 11 de septiembre por la noche, conseguimos un alojamiento y a duras penas nos resistimos a patrullar la playa en busca de tortugas, pero estamos muy cansados, Chacocente está a unos cinco kilómetros y en el tramo de playa que va desde el pueblo hasta allí salen muy pocos individuos a desovar y no hay muchas probabilidades de encontrar alguna de las hembras fuera del agua.
El día siguiente madrugamos y caminamos los seis kilómetros de distancia hasta las oficinas de administración de la reserva. Allí nos informan de que llegamos unos quince minutos más tarde que la última tortuga de las 241 que se contabilizaron esta noche regresara al agua. También de que llegamos con unos días de retraso para ver la arribada, que tuvo lugar durante el fin de semana, con máximos contabilizados de más de 7.300 ejemplares el sábado, más de 8.500 el domingo (llegando a salir durante las horas diurnas a plena luz) y más de 2.000 el lunes.

Playa cubierta de rastros de la noche anterior
Solamente unos días antes del sábado, no entraban a desovar más de una o dos docenas de tortugas, creciendo en número de forma explosiva de repente y volviendo a reducirse después otra vez...

A pesar de no llegar a tiempo, vemos la playa repleta de los rastros que dejaron las hembras que desovaron durante la noche, y nos quedamos con la buena impresión de que seguramente nos sonría la suerte.


Otra vista del camino que recorrimos en cuatro ocasiones entre la reserva y el pueblo 

Además nos comentan que nos podemos quedar en una cabaña que tienen habilitada por muy poco dinero, así que decidimos pasar en la reserva un par de noches y volvemos al pueblo a por víveres para esos dos días y a informar en nuestro alojamiento de que volveremos a por nuestras mochilas cuando salgamos.
Caminamos por tercera vez los seis kilómetros que separan el pueblo de nuestra cabaña y descansamos unas horas antes de dirigirnos a la playa a patrullar en busca de tortugas oliváceas desovando.

Recién nacida llegando al mar
En esta reserva se realiza una intensa vigilancia durante la temporada de puesta de las tortugas, llevada a cabo durante 24 horas al día por la guardería de la reserva, por vigilantes contratados en el pueblo cercano y por patrullas del ejército destinadas a este menester. Con esta vigilancia se pretende reducir y controlar la recolección de huevos y la captura de adultos por parte de la población humana de la zona, pero también la predación producida por perros, zopilotes u otros animales y, en definitiva, aumentar la supervivencia de huevos y crías durante los primeros estadíos de sus vidas.

Hembra adulta excavando su nido

Durante la primera noche caminamos y buscamos por la playa hasta la medianoche aproximadamente, y vemos ocho o diez de estas tortugas desovando, pudiendo contemplar en varios casos el proceso completo desde que la tortuga sale del agua hasta que vuelve a perderse entre las olas del mar.



Cada tortuga tarda alrededor de 45 minutos en completar este proceso, excavando con sus patas traseras un agujero perfectamente circular de unos 40 o 50 centímetros de profundidad y 15 a 20 cms de diámetro. En ese agujero deposita cerca de 100 huevos de los que eclosionarán las pequeñas tortuguitas en unos 45 días más o menos. Después de tapar este hueco presionando y compactando la arena del nido, gira varias veces sobre sí misma y da unas cuantas vueltas por los alrededores para que el rastro no sea tan evidente para los predadores, tras lo cual regresa de nuevo al océano.

Pequeñas recién nacidas comenzando su andadura 
Durante estos días se están produciendo los nacimientos de las crías que salen de los huevos depositados por las primeras tortugas a mediados y finales de julio, y las pequeñas inundan ciertos tramos de playa, teniendo que tener mucho cuidado de no pisarlas al movernos por la arena. En algunos casos ayudamos a los pequeños neonatos a alcanzar la orilla, acercándolos unas decenas de metros a su destino final, evitando así parte de la predación producida por los cangrejos sobre las recién nacidas tortuguitas.

Naciendo a plena luz del día

A veces se producen algunos nacimientos durante el día, y en esos casos las pequeñas son recogidas y trasladadas a las oficinas de la reserva para soltarlas al caer la noche, reduciendo algo la predación sufrida en las horas de luz por parte de zopilotes (que literalmente invaden la playa, llegando a excavar con el pico para sacar alguna de las tortugas emergentes) y otros animales.


La segunda noche vemos solamente una tortuga desovando y varios cientos de pequeños naciendo de la arena durante el par de horas que nos quedamos en la playa, pero la arribada ya ha pasado, ayer solo se contabilizaron 33 adultas y hoy serán solamente 11, y nosotros estamos bastante cansados después del madrugón de la mañana para intentar ver alguna tortuga poniendo a la luz del sol, cosa que no sucedió.

Guardián vigilando que todo se desarrolle de la mejor manera 
Sahara vuelve a autoproclamarse guardián de las tortugas y disfruta muchísimo liberando a las pequeñas cerca de la orilla del mar y cuidándolas mientras están esperando el momento de la suelta en la oficina de la reserva, orgulloso de colaborar un poco en su conservación y de ayudarlas a hacerse mayores. Aunque las patrullas nocturnas no le gustan tanto, pues se cansa mucho, las soporta porque sabe que gracias a ellas está en contacto con sus amigas las tortugas marinas.  

Además de este espectáculo natural, la Reserva Natural de Río Escalante y Chacocente conserva una buena representación de selva tropical seca y bosque de galería en buen estado, en la que destacan por su abundancia las acacias (Acacia collinsii), que nos demuestran la eficacia de sus métodos de defensa, tanto en forma de espinas como de las pequeñas hormigas de fuego del género Atta que las defienden, picando con saña a cualquiera que se atreva a acercarse a los árboles que las hospedan.
Bromelias cubriendo el suelo. Al fondo
se ve un cactus entre árboles frondosos.

Además nos sorprende la cantidad de cactáceas y el denso tapiz de bromelias (Bromelia pinguin) que pueblan este bosque dando refugio a gran cantidad de animales, desde cangrejos hasta serpientes, ranas, aves o zarigüeyas. Pateamos un poco por esta selva seca tan peculiar y observamos alrededor de una docena de aves que no habíamos visto antes, entre ellas un autillo (Otus cooperi), un ratonero (Buteo brachyurus), una cigüeña (Mycteria americana), una oropéndola (Icterus gularis) o un zorzal (Seirus noveboracensis), además de varias limícolas nuevas en la playa (donde hay más de una docena de especies diferentes). También pudimos observar miles de golondrinas y de libélulas en paso migratorio hacia el sur y alguna águila pescadora (Pandion haliaetus), no sabemos si residente o migratoria.


Precisamente, después de estos días en la costa disfrutando del espectáculo que se representa aquí, volvemos a dirigir nuestros pasos hacia el norte, buscando acercarnos a otra función no menos abrumadora, la de la migración de millones de aves rapaces que pasan por el estado de Veracruz en México durante sus migraciones anuales entre el norte y el sur del continente americano, y donde pensamos llegar para disfrutarla durante los primeros días de octubre.

                                          
Otra adulta durante el proceso de puesta

                                                        Unas fotos del "guardian":



Pequeña recién nacida

Nacimientos diurnos:




Camino del mar:


Acompañamos alguna pequeña tortuga hasta el mar y documentamos su viaje:


Caminando entre la playa de Chacocente y el pueblo de Astillero:




                                          Y en el bosque de la reserva:


Escorpión

Araña

¡Buena suerte!

¡Y hasta la próxima!

Algunos vídeos del proceso de puesta:
Excavando el agujero del nido:
                                                 



                                                                Poniendo los huevos:

Tapando el hueco:
                                             

Una tortuga tapando el hueco y pequeñas naciendo:

                                          

                                                               Poniendo y naciendo:


                                                                   Regresando al mar:

Nacimientos:

                                          

Tortuguitas dirigiéndose al mar:
                                           






Vídeos de los zopilotes excavando en busca de tortugas recién nacidas y predando sobre ellas:
                                                   









2 comentarios:

  1. Las fotos de las tortugas en la noche, fueron realizadas sin flash y con una luz de baja intensidad, tal como nos indicaron los responsables de la reserva.

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