lunes, 6 de agosto de 2012


PANAMÁ. LA CIUDAD, EL CANAL Y SUS ALREDEDORES

(Escrito el 18 de julio en el autobús de Ciudad de Panamá a Metetí, no publicado antes por falta de conexión)


Llegamos a ciudad de Panamá el jueves 12 de julio por la tarde y buscamos alojamiento directamente en el Casco Viejo, en un hostal de mochileros donde nos instalamos ya bastante tarde.
Increíblemente, a escasos 15 minutos del centro de la ciudad se encuentra el Parque Metropolitano, un pedazo de selva bastante bien conservado en el que pasamos prácticamente todo nuestro segundo día en la ciudad.

Un sendero del Parque Metropolitano


Perezoso de dos dedos.
Tiene una cría pero no conseguimos sacarla en la foto.
Recorremos todos y cada uno de los senderos existentes en el lugar, y al final del día hemos observado varios agutís (Dasyprocta punctata), un par de armadillos de nueve bandas (Dasypus novemcinctus), un perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmanni) con su cría pequeña y una tropa de los diminutos monos tití (Saguinus geoffroyi), el único mono diurno centroamericano que nos faltaba por ver en este viaje. Además, vemos una buena cantidad de aves, con varias especies nuevas para nosotros entre ellas; así como algunos reptiles, tales como tortugas (Trachemys sp., Chrysemys ornata) y basiliscos (Basilliscus plumifrons).


Bosque lluvioso
En el Metropolitano vivimos una de nuestras “aventurillas” cuando, mientras observábamos una tropa de titís, un enfurecido enjambre de abejas enredapelo (Trigona sp.) molestadas por Saharilla con sus palos, nos atacó cubriéndonos por completo en pocos segundos y haciéndonos escapar gesticulando como locos para sacárnoslas de encima. 



Cargando al cansado

Afortunadamente, esta vez se trataba de una pequeña abeja inofensiva que solamente muerde para defenderse, aunque la molestia de sacarse docenas de ellas del cuerpo y sobre todo de entre las rastas fue suficiente para que abandonáramos telescopio, prismáticos, cámaras, mochila y demás a lo largo de nuestra vía de escape.

Un sendero del parque.
Parece mentira que la ciudad esté ahí mismo.

Lo cierto es que algunas horas después seguían apareciendo pequeñas abejas entre nuestras ropas y pelo, sobre todo en el de Carmen. Esperemos que la próxima vez no sean grandes avispas provistas de potentes aguijones venenosos…



Volvemos a la ciudad, donde pasamos el siguiente día y medio paseando un poco y aprovechando para que Sahara juegue con niños de su edad en las plazas panameñas, así como socializando algo con otros mochileros y artesanos que también se alojan en nuestro hostal.

Vista desde el paseo marítimo. A la izquierda el distrito financiero, a la derecha el casco viejo.


Altar de oro.
Lo poco que se salvó del
ataque pirata del siglo XVII
Plaza Bolívar
Ciudad de Panamá es una ciudad moderna, dicen que la más cosmopolita de toda América Central, con el aspecto de una urbe del norte del continente con sus altos rascacielos de aspecto casi futurista asomados al Océano Pacífico. En esta corta visita no hemos podido recorrer casi nada, apenas lo suficiente para notar que los contrastes entre la riqueza opulenta y su vecina la pobreza miserable son enormes, como siempre (de los más grandes del continente). También comprobamos que el llamado Casco Viejo no cuenta con ningún monumento digno de designarse como tal, aunque no visitamos la verdadera ciudad vieja, aquella que destruyó el pirata sir Henry Morgan en la segunda mitad del siglo XVII sin dejar piedra sobre piedra.

Foto furtiva de mujeres kunas caminando por la calle. 
Como curiosidad, decir que por todas partes se observan mujeres indígenas kunas, paseando, comprando o vendiendo artesanías. Sorprende saber que alrededor del 50% de la población de esta etnia vive en la ciudad, sobre todo porque esta tribu es la única en toda América que ha conseguido la total autonomía y autogobierno de su territorio, en el Archipiélago de San Blas, gestionándolo casi como un estado aparte, y teniendo el control exclusivo de la infraestructura turística en las islas y de los recursos económicos que esta genera.


Barco mercante cruzando el canal a la altura de Gamboa
Luego dirigimos nuestros pasos hacia Gamboa, puerta de entrada al Parque Nacional Soberanía, llamado así en el momento de su creación como reivindicación tras la recuperación por parte del gobierno panameño del control del canal y de los pingües beneficios que reporta, así como de los bosques que lo rodean.



Bosques de Soberanía, contiguos al canal
Tras la construcción del Canal de Panamá, uno de los más importantes puntos del mundo para el tráfico marítimo internacional, el paso permaneció en manos estadounidenses durante más de un siglo, hasta la firma en el año 1999 del tratado que devolvió el derecho de la explotación de este recurso económico al estado de Panamá. Esta extraña situación llegaba al extremo de que una franja a ambos lados del canal se consideraba yanqui, e incluso los ciudadanos panameños debían pasar por fronteras y aduanas de Estados Unidos para cruzar de un lado a otro del país. La parte negativa de este oscuro tejemaneje fue la pérdida por parte del estado panameño de los grandes recursos económicos generados en su territorio durante muchas décadas; aunque la positiva se tradujo en la conservación de la franja selvática que rodea al propio canal y que hoy es alabada como corredor ecológico para ejemplares de las especies faunísticas más abanderadas del país, como jaguares o águilas harpías.

El tranquilo pueblo de Gamboa, de hecho, existe únicamente a raíz de esta ocupación yanqui, ya que aquí vivía una parte de los soldados destinados a proteger la soberanía estadounidense en el canal. Hoy en día, la presencia norteamericana sigue siendo notable, pero ahora bajo la forma de investigadores del Smithsonian Tropical Research Institute, que mantienen la zona bajo una estrecha vigilancia, esta vez científica. En este sentido, se dice que la cercana Isla de Barro Colorado es la zona tropical mejor y más profundamente estudiada del mundo. Esto se nota en el pueblo de Gamboa y sus alrededores, puesto que cerca de la mitad de los vehículos que se ven circulando llevan en sus laterales la insignia del Instituto, una gran parte de las viviendas del pueblo le pertenecen y cuenta con viveros, laboratorios y un gran complejo en construcción.

Coatí
Llegamos a Gamboa de noche, y después de ver un armadillo nos alojamos en una cabaña, en casa de una pareja mayor que nos ofrece el mejor precio del pueblo, ya que no hay una oferta muy amplia.
La fauna en el jardín
La sorpresa llegó por la mañana, cuando nos despierta una increíble algarabía de loros y otros pájaros alrededor de la casa. Salimos para desayunar, y nos encontramos cara a cara con un coatí (Nasua narica) en el jardín, seguido de la aparición de un agutí con su cría y varias ardillas (Sciurus variegatoides helveous, tercera subespecie de esta ardilla que vemos de las siete que habitan en América Central) en los árboles cercanos.

Campamento a la orilla de la pista
Entramos en el Parque Nacional Soberanía y recorremos parte del sendero del Oleoducto durante los siguientes dos días, acampando en un lateral de la pista que funciona como sendero. Este parque es uno de los mejores hotspot mundiales para la observación de aves, por lo que madrugamos las dos mañanas que amanecimos en Soberanía con el objetivo de triunfar a lo grande. Pero no. Debido a la espesura de la jungla que rodea el camino, el número de especies observadas no se acerca a lo esperado hasta el final de nuestra estancia, cuando tuvimos algo más de suerte y conseguimos aumentar hasta las dos docenas y media el número de pájaros nuevos que vemos. Por otro lado, volvemos a encontrarnos de nuevo con los monos aulladores (Alouatta palliata), ausentes de nuestro viaje durante los últimos días. Encontramos varios grupos durante el pateo e incluso una de las tropas durmió en los árboles sobre nuestra tienda, dándonos un gran espectáculo sonoro al atardecer y a la amanecida del siguiente día. También vemos algunos monos carablancas (Cebus capucinus) y coatís  durante nuestra estancia.

Sendero del Oleoducto
Desgraciadamente nos llovió los dos días en que dormimos dentro del parque, pero afortunadamente las dos veces empezó el chaparrón al poco de terminar de montar la tienda o durante el montaje de esta. A pesar de esto, el segundo día diluvió, nos cogió fuera de la tienda y me ví forzado a excavar una zanja alrededor de esta, con lo que terminamos calados hasta los huesos, con botas, calcetines e incluso calzoncillos empapados en mi caso. Con esto y todo, algo de agua y humedad se colaron dentro de la tienda por las paredes y tuvimos que dormir un poco más apretados. Mal menor…

La casa de Mateo y Beatriz en Gamboa.
La puerta de la izquierda es la de nuestra cabaña.
Después de esto, pasamos un último día en la cabaña de Gamboa y volvemos a tener una grata sorpresa en el jardín, esta vez bajo la forma de un grupo de titís que se acercan a comer a uno de los numerosos comederos para fauna que Mateo y Beatriz, los dueños de la casa, mantienen en su patio y donde prácticamente los animales comen de la mano. Otra vez vemos un montón de agutís, tanto en nuestro jardín como en el resto del pueblo, donde se ve que viven tranquilamente sin ser molestados. Nos despedimos agradecidos de este tranquilo pueblo y de toda su fauna, que por falta de molestias se deja ver con bastante facilidad, a pesar de que se nos resistieron las iguanas y los cocodrilos de la laguna en la corta visita que hicimos para intentar verlos.   

                                                 Panamá y nosotros:


Catedral

Mujeres kuna vendiendo artesanías

En la cabaña de Gamboa:
Agutí

Coatí amistoso



Y titís:





Parque Nacional Soberanía:

Jugando con las piraguas naturales

Árbol con una corteza muy curiosa

Montando un campamento

Bonito colgador humano

Más campamento y más piraguas

¿Donde está la tienda?

Mirando una oruga gigante

Vegetación

Paseando bajo la lluvia

No puede ver una liana sin colgarse

Sendero del oleoducto.
Al fondo se ve la tienda a medio desmontar

Desmontando el campamento

¡Mirarme!

Zona pantanosa

Una de las muchas polillas y mariposas espectaculares

Baryphthengus martii

Micrastur mirandollei

La mayoría de estas fotos fueron sacadas en el
Parque Metropolitano, aunque hay alguna de Darién 


Un merecido descanso

Vídeos en el Parque Metropolitano:

Monos tití

                                                  
                                                                     Armadillo de nueve bandas

 
Sahara alimentando tortugas


En la cabaña de Gamboa:
                                                     
Coatí


                                                      



                                                       
Agutí

                                                       
Monos tití


                                                       


                                                       
Sahara columpiándose

                                                       
Amanecer entre aulladores














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